martes, 28 de julio de 2015

DOLOR


DOLOR

Duele llorar cuando sabes que tienes miedo.
El dolor es las dos caras de la moneda.
Infunda fortaleza y debilidad.
Y qué es eso,más que lo que conforma a un ser.

A penas veo como mis dedos se mueven,
como la tinta se emborrona
con la salitre
que desprendo esta noche.

A veces,me intento convencer.
Intento convencer a mi subconsciente
de que detrás del amor que me tengo a mi misma
no subyace un deseo asesino de odio.

Y me odio,el primer paso es admitirlo.
Y no me agrada odiar.
Ni odiarme.
Y como no,como coño no iba a doler.

Soy tan frágil,
una niña que se arrinconó,
que dejo el miedo ausente
para crecer.
Para no morir por ser diminuta
en un mundo descomunal y grotesco.

Hay un alambre que me rodea.
Lo conforma el sarcasmo,
la soledad,
el miedo
y lo más importante,
los sentimientos que matan.

Tengo tanto miedo a perder,
a perder a esas personas
que sin yo poder evitarlo,
me quieren.
Dios mío,me quieren...
Y si me dejan sola,
cuidando de esa niña asustada,
moriré
y encerraré mi alma donde
un corazón vivo no la halle otra vez.

No te vayas,
ni siquiera es una súplica,
es un desgarro doloroso
y en silencio
de amor.

Me sincero ante el papel
porque solo yo le doy alma al folio
pero no voz
para que me juzgue.

Y qué patético sonará todo esto
pero créeme,
nunca me ha dolido tanto
ser tan sincera conmigo misma.

Esto va de miedos,
pero nadie dice que yo,
aún siendo mortal
no sea más fuerte que un Dios
en el que no creo.

Y qué coño,
a veces me siento la niña
más feliz del mundo
aunque decaiga.

Y prometo cuidar de esa
pequeña asustada
que es lo más grande
que habita en mi ser.

Prometo cuidarme

aún siendo un desastre.

Aida Santos Parra


martes, 21 de julio de 2015

CHANSON



CHANSON

Las venas son las vías 
por las que la sangre
hace grandes travesías.

La música las traspasa,
las cala
y les da vida.
Sin la música
y sus melodías,
la vida
se nos caería encima
como un tren de mercaderías.

No somos lo que escuchamos
porque ya somos lo que somos
pero con los Do,Re,Mi,Fa,Sol
formamos el
"caminante no hay camino,
se hace camino al andar."

Nos enganchamos a una canción
como quien consume cafeína.
Es una droga ambiental
que no contamina la forma
de pensar.

La música se acaba convirtiendo
en el baúl de nuestros recuerdos.
Es la caja de Pandora
y el elixir de la eterna vida.

Escuchamos música 
para no escuchar al mundo,
ese frío,mundano y esclavizante
universo legislativo.

Subimos el volumen
para acallar los gritos
 que nos condenan
a ese tipo de locura
que no nos
recomiendan.

Dicen que la música 
que escuchas dice mucho de ti.
Yo creo que,
nosotros mismos
ya decimos mucho,
cuando en silencio,
dejamos que una canción
hable por el silencio
y deje huella en la retina.

Hagas lo que hagas,
no dejes de escuchar
ni de escucharte
porque nuestra mente 
es la mayor canción
que la locura 
del silencio
jamás compondrá.

Aida Santos Parra.

viernes, 3 de julio de 2015

LARA

LARA

Su pelo huele a almizcle.
Su corazón bombea rendición.
Su mirada es un espejo
y su boca,
una traición.

Su pensamiento es viajero
y su alma una alusión
a los puzzles que les falta una pieza
y a la locura sin ton ni son.

Sus labios saben a soledad
y su cuello a verdades.
Su piel de color Luna,
a veces;luminosa,
y otra;llena de oscuridad por todos sus lares.

Su cuerpo se mueve con el tic-tac.
Cada vez que el segundero danza,
su corazón cree estallar.
Es bomba de relojería,
con un único cable que la puede salvar.
Se llama "sentirse viva"
y todavía,
nadie lo ha podido hallar.

Ella busca sin buscar.
Quiere gritar auxilio pero no sabe como hablar.
La llaman la chica del silencio triple.
De corazón,
de alma
y de boca.

Nació sin ser abrazada por nadie.
La criaron unas fieras de unos bosques y la llamaron Lara.
No es Blancanieves,
ni siquiera,Peter Pan.
Es una raíz se arraigó al pesar.

Escribe sobre sus mundos inhóspitos.
Sobre sus latidos incesantes.
Sobre sus pesadillas con chicos
que no respiran aire.
La respiran siempre a ella.

Ella se perdió y no supo encontrarse.
Se sentó en la hojarasca con la mirada en la Luna,
con el corazón embotellado
y a la deriva en la mar.
Con la esperanza nula del poderse hallar.

Aida Santos Parra