DOLOR
Duele llorar cuando
sabes que tienes miedo.
El dolor es las dos
caras de la moneda.
Infunda fortaleza y
debilidad.
Y qué es eso,más que
lo que conforma a un ser.
A penas veo como mis
dedos se mueven,
como la tinta se
emborrona
con la salitre
que desprendo esta
noche.
A veces,me intento
convencer.
Intento convencer a
mi subconsciente
de que detrás del
amor que me tengo a mi misma
no subyace un deseo
asesino de odio.
Y me odio,el primer
paso es admitirlo.
Y no me agrada
odiar.
Ni odiarme.
Y como no,como coño
no iba a doler.
Soy tan frágil,
una niña que se
arrinconó,
que dejo el miedo
ausente
para crecer.
Para no morir por
ser diminuta
en un mundo
descomunal y grotesco.
Hay un alambre que
me rodea.
Lo conforma el
sarcasmo,
la soledad,
el miedo
y lo más
importante,
los sentimientos que
matan.
Tengo tanto miedo a
perder,
a perder a esas
personas
que sin yo poder
evitarlo,
me quieren.
Dios mío,me
quieren...
Y si me dejan sola,
cuidando de esa niña
asustada,
moriré
y encerraré mi alma
donde
un corazón vivo no
la halle otra vez.
No te vayas,
ni siquiera es una
súplica,
es un desgarro
doloroso
y en silencio
de amor.
Me sincero ante el
papel
porque solo yo le
doy alma al folio
pero no voz
para que me juzgue.
Y qué patético
sonará todo esto
pero créeme,
nunca me ha dolido
tanto
ser tan sincera
conmigo misma.
Esto va de miedos,
pero nadie dice que
yo,
aún siendo mortal
no sea más fuerte
que un Dios
en el que no creo.
Y qué coño,
a veces me siento la
niña
más feliz del mundo
aunque decaiga.
Y prometo cuidar de
esa
pequeña asustada
que es lo más
grande
que habita en mi
ser.
Prometo cuidarme
aún siendo un
desastre.
Aida Santos Parra