Está lloviendo fuera,literal y
metafóricamente. Llueve a cántaros y la temperatura desciende a
medida que avanza la noche y yo,yo lloro a ratos,cuando necesito
descargar el dolor,aprieto el gatillo y las lágrimas se disparan.
Lloro por mi,por mi hermano,por mi madre,por mi futuro incierto,por
la soledad y a veces,sólo contemplo impertérrita la
ventana,escuchando el cercano sonido de la repiqueteante lluvia como
si ocurriera a millones de kilómetros de donde me hallo sentada.
Quiero hablar de cómo me siento,de lo
qué me preocupa,de mi análisis de mi situación,de mis
planes,quiero hablar de mi,no de forma egoísta sino de la forma en
que debo hablarme desde que he empezado a quererme un poquito más.
Ahora mismo me siento devastada,como si
yo fuese un árbol y acabaran de arrancarme de raíz,sin anestesia.
Supongo que el dolor es lo que provoca en mi,reacción. El miedo no
me frena,el miedo me hace querer seguir adelante,me hace querer
abrirme paso entre los charcos de lodo asfixiante que encharcan mis
pulmones y apabullan mi traquea.
Es extraño,en realidad,soy yo la
extraña,soy rara.
A pesar de que los rayos no paren de
electrocutar mi cuerpo,yo,como una inmortal me deshago de ellos y
salgo invicta,una vez.
He pasado por maltratos
psicológicos,por soledad total y absoluta,por un dolor que va más
allá de lo que un mundano puede soportar,por un odio inducido por el
resto que me acabó haciendo que yo misma me apaleara y sin
embargo,una y otra vez,salgo de ahí,salgo del túnel sin luz.
Es como si no estuviera dispuesta a
rendirme jamás,pasase lo que pasase,porque cuando creo que algo ha
sido lo peor que me podría pasar viene algo más aterrador y me
arrastra en su maremoto de incansable castigo.
Y,en realidad,no estoy dispuesta a
rendirme,que suene todo lo cursi y tópico que dé la gana pero tengo
sueños,metas,quiero ir a buscar mi propio sitio donde haya una
estabilidad,un refugio donde estirarme y poder expirar y aspirar sin
temer que una losa me hunda el pecho.
Me quiero a mi,viva,trabajando de lo
que más deseo,pudiendo leer todos los libros que me apetezcan,poder
sentir un trozo de mundo como mi hogar y no sólo como unas cuatro
paredes de hormigón que almacenan el oscuro pasado. Poder estar
lejos de aquí,huir del mundanal ruido y lanzarme por un acantilado
sintiéndome libre,estando condenada a ser libre.
Soy muy insegura en muchas cosas y
demasiadas veces pongo un pie detrás de la meta porque me da miedo
llegar,me da miedo ser feliz a pesar de todo porque parece que las
nubes nunca cesan en su afán de castigar mi alma fustigada,como si
mereciera perecer apuñalada por el sobrepaso del horror de las
situaciones.
Eso me hace cuestionar mi propio
juicio,¿seré tan mala como para merecer tal dolor?.Creo que me lo
he preguntado ya tantas veces que non sé cuál es la respuesta. Mi
parte más aflorada me dice que no,que jamás seré tan mala como
para tener que morir a manos de algo que sólo habita en mi alma pero
después hay una voz que susurra desde la ambigüedad que soy mala
pero,¿quién no lo es?,me dice.
Siempre intento hacer las cosas que más
me gustan,me gusta ser impulsiva,me hace sentir
como si pudiera saltar desde un tren
en marcha y hacer que la adrenalina me posea como a una loca
frenética. Me gusta ese tipo de felicidad y me gusta la felicidad
que me aporta la lectura,es una calma que me alivia los nudillos
ensangrentados pero que a la vez me hace reflexionar.
¿Sabéis qué?La lectura me salvó la
vida,total y completamente,cuando más deprimida estuve y cuando
menos ganas tenía de seguir existiendo los libros me enseñaron lo
que mis padres nunca quisieron enseñarme. Que la vida merece la pena
aunque te golpee mil veces contra el asfalto y te deje K.O.
También duele enterarse de que tus
padres en el fondo no te quieren como unos padres se supone que deben
hacerlo,no todo el mundo tiene suerte en eso,yo no la tuve ni la
tengo ni la tendré.
Me crié prácticamente sola,no sé
saltar a la comba,no sé jugar a juegos de manos,no sé cómo ser
comunicativa,no sé lo que es que tus padre te digan que te quieren o
que están orgullosos de ti pero he aprendido a vivir sin ello. En
definitiva,he aprendido a vivir conmigo misma,a ser mi padre y mi
madre. Ellos siempre han querido más a su dinero,a su egoísmo y a
su hermana y a su tía,sus hijos no formamos parte de ese grupo
aunque seamos sus hijos.
Siempre me he sentido la rara,siempre
he sido la que los demás no aceptaban. Se han reído de mi por estar
rellenita,por ser más alta que un chico,porque me gusta leer,porque
no me gustan los grupos de moda,porque me gusta la música
clásica...y una larga lista.
Yo conmigo misma,ahora,me siento
bien,me acepto porque soy lo que soy,soy yo y ser como yo soy está
bien porque no existe un tipo de personalidad que sea perfecta,sólo
existe lo políticamente correcto y supongo que yo y muchas más
personas transgredimos esa norma.
Y con los años aprendes a mandar a la
mierda a los que no te aceptan y a los que intentan cambiarte.
Con el tiempo me he vuelto más
cabrona,más audaz.
Y sí,soy un millón de cosas,buenas y
malas,pero no soy sólo una,no me gusta que me archiven en un
clasificador con una pegatina en la frente que me delimite los
confines por los que moverme.
Escribiendo toda esta parrafada el
agujero negro del corazón se ha empequeñecido un poco y se han
destaponado los alvéolos de mis pulmones.
Gracias por leerme,seas quien
seas,incluso si soy yo misma en un futuro.
Y fuera sigue lloviendo pero dentro ya
no tanto,la tinta siempre fue un buen dardo tranquilizante.