domingo, 16 de agosto de 2015

605



605

Lo llamo poesía de mala muerte
porque,paradójicamente,
soy la que muere.
En una habitación vacía
pero inundada de libros.
Una chica, 
con los pies en la mesa
y el alma,
vendida al Diablo.
Mirando las estrellas
en un techo blanco
y encarcelada en un cuarto
con la puerta abierta.
A todos nos da pavor
lo que no tiene nombre
ni cara.
Antaño,la gente no creía
en la poesía
porque no tenía nombre.
A mí,
me da miedo esa puerta,
detrás de ella están mis pesadillas
hechas carne y hueso,
piedra y polvo.
Sólo me queda esa ventana,
cerrada,
pero sigue siendo Marianne(libertad.)
No tengo alas,
no soy ángel
ni ave.
Soy una niña atemorizada
que tiene que decidir
si sí o,
si no.
Si sigue muriendo encerrada
o muere cayendo en picado en brazos del aire.

Aida Santos Parra

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